Descubre a Inés Guindos
Los orígenes de Inés Guindos tienen lugar en La Huertezuela, una pequeña pedanía del municipio granadino de Huéneja que linda con la provincia de Almería. En un entorno muy humilde y con importantes carencias -con siete años perdió a su padre y con trece a su madre- Inés y sus hermanos tuvieron que esforzarse siempre por tirar adelante a su familia.
Junto a su marido, Antonio Salmerón Salmerón, pastor de ovejas, residieron en Venta San Isidro, en una propiedad de la familia para quienes trabajaban. Allí tuvieron a sus tres hijos, Antonia, José y Sebastiana, a quienes sacaron adelante con mucho esfuerzo.
Su capacidad de adaptación a las dificultades con las que tuvieron que lidiar -lo que hoy llamaríamos resiliencia- le permitió seguir adelante en su proyecto de vida. De hecho, nada le desvió jamás de ese camino de entrega que le valió el respeto y el cariño de todos quienes la conocieron: ya fuera trabajando, con sus vecinos o con quienes necesitaran su apoyo, Inés Guindos, pese a no tener nada, siempre encontraba una manera de ayudar, de dar lo mejor de si misma en beneficio de los demás.
Sus enseñanzas ayudaron a que su entorno desarrollara sus proyectos vitales y profesionales, interiorizando el valor del emprendimiento.
Con sus enseñanzas y sus ejemplo Inés Guindos se convirtió en una referente indiscutible para quienes pudieron conocerla.
Un legado que se mantiene más vivo que nunca a través de la Fundación Inés Guindos.
Los orígenes de Inés Guindos tienen lugar en La Huertezuela, una pequeña pedanía del municipio granadino de Huéneja que linda con la provincia de Almería. En un entorno muy humilde y con importantes carencias -con siete años perdió a su padre y con trece a su madre- Inés y sus hermanos tuvieron que esforzarse siempre por tirar adelante a su familia.
Junto a su marido, Antonio Salmerón Salmerón, pastor de ovejas, residieron en Venta San Isidro, en una propiedad de la familia para quienes trabajaban. Allí tuvieron a sus tres hijos, Antonia, José y Sebastiana, a quienes sacaron adelante con mucho esfuerzo.
Su capacidad de adaptación a las dificultades con las que tuvieron que lidiar -lo que hoy llamaríamos resiliencia- le permitió seguir adelante en su proyecto de vida. De hecho, nada le desvió jamás de ese camino de entrega que le valió el respeto y el cariño de todos quienes la conocieron: ya fuera trabajando, con sus vecinos o con quienes necesitaran su apoyo, Inés Guindos, pese a no tener nada, siempre encontraba una manera de ayudar, de dar lo mejor de si misma en beneficio de los demás.
Sus enseñanzas ayudaron a que su entorno desarrollara sus proyectos vitales y profesionales, interiorizando el valor del emprendimiento.
Con sus enseñanzas y sus ejemplo Inés Guindos se convirtió en una referente indiscutible para quienes pudieron conocerla.
Un legado que se mantiene más vivo que nunca a través de la Fundación Inés Guindos.